Constatar que el desafío del fenómeno transnacional se ha hecho bien presente en un mundo históricamente presidido por los Estados. Y comprobar sobre todo que, en la misma medida, se ha transmitido a las estructuras juridicas que gobiernan las relaciones entre los actores de presencia tradicional en las relaciones internacionales, a un Derecho Internacional transido de interestatalismo. Para mejor aquilatar el diagnóstico, procede ahora reiterar la advertencia que en tantas ocasiones he formulado: la irreductible heterogeneidad de la sociedad civil dificulta que formulemos análisis con validez general, y mucho menos universal. Aunque haya espigado en la sociedad de ellas sí puede proyectar una imagen de mayor homogeneidad, como es el caso de la corporación transnacional, es imposible predicar esta característica del mundo ONG, que hasta reúne en su seno, entre una pluralidad y versatilidad de intereses, también los de las corporaciones transnacionales, los del mundo de los negocios.