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La presente obra, se presenta como una construcción lúdica, humanista y vital. Su finalidad es servir de marco de evasión a nuestros juristas. Así, en sus páginas se van desparramando una serie de citas y pensamientos que pretenden entretener y despertar la reflexión, la cavilación, la cogitación, la abstracción y alguna que otra sonrisa. Su contenido fomenta una actitud espiritual y cultural orientada al cultivo de los valores esenciales del ser humano, coadyuvando a hacer del jurista en sentido amplio, un ser sensible, instruido en letras humanas, y abierto no sólo a temas de derecho, sino a materias como la vida, la amistad, la sabiduría, la riqueza, el poder, etc. que complementan el sentimiento que ha de presidir la utilización y aplicación del derecho por los hombres. Y es que necesariamente el Derecho ha de quedar conectado a la vida, porque es un factum que tiene una capacidad para reproducir hechos sociales. De este modo, el Derecho viene a materializar las reglas de conducta imperantes en una sociedad y en un momento determinado. Por ello, no cabe duda que la contemplación de valores espirituales por parte de los aplicadores del derecho ayudará a los profesionales jurídicos a obtener una visión más completa y humana y menos materialista y fría del manejo y utilidad de las normas. En una palabra, se trata de acercar el hombre-jurista al hombre-social que necesita de sus servicios, para resolver los litigios que se plantean en el seno de la sociedad.
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