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Colección: Estudios - Aranzadi
Idioma - Inglés
In the wake of the financial crisis, citizens are demanding more and better benefits, more effective management, and greater participation. In order to reform our welfare state with the necessary guarantees, we must ask two questions. First, how have austerity policies affected our lifestyle and our social protection system? And, second, how should we redefine our welfare system in the coming years? Can we return to the benefits and services model prior to the crisis? Should we redefine it? The answer to both questions is obvious: we need to redefine our welfare model. To do so in a setting where resources are always scarce, we need to include groups that until now have been invisible and not received support, and we need to rethink our benefits and services.
It is not enough simply to return to things as they were before, with its winners and losers, nor should we continue with the current dynamics, which also has its winners and losers. Throughout this process, the middle classes play a key role as a benchmark (in an aspirational society the expectation of upward social mobility bonds individuals to their environment), resource providers (through taxes), and claimants seeking benefits and services.
The factors influencing processes of downward social mobility must be examined in order to design public policies that take into account the specific problems affecting the middle classes The best contribution we can make to our future is to analyze with rigor the challenges we face. Greater social cohesion and a higher level of welfare can only be achieved by enhancing participation, assessing the results of our social policies more thoroughly, and more democracy. The various chapters provide insight into the issues faced by the middle classes, and propose alternatives for the future.
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Como consecuencia de la crisis financiera, los ciudadanos están exigiendo más y mejores beneficios, una gestión más eficaz y una mayor participación. Con el fin de reformar nuestro estado de bienestar con las garantías necesarias, hay que hacer dos preguntas. En primer lugar, ¿cómo han afectado a las políticas de austeridad nuestro estilo de vida y nuestro sistema de protección social? Y, en segundo lugar, ¿cómo debemos redefinir nuestro sistema de bienestar en los próximos años? ¿Podemos volver al modelo de beneficios y servicios antes de la crisis? ¿Hay que redefinir ella?
La respuesta a ambas preguntas es obvia: es necesario redefinir nuestro modelo de bienestar. Para ello en un entorno en el que los recursos son siempre escasos, tenemos que incluir a los grupos que hasta ahora han sido invisibles y no se han recibido apoyo, y tenemos que replantear nuestras prestaciones y servicios. No basta simplemente con volver a las cosas como estaban antes, con sus ganadores y perdedores, ni debemos continuar con la dinámica actual, que también tiene sus ganadores y perdedores.
A lo largo de este proceso, las clases medias juegan un papel clave como índice de referencia (en una sociedad que se aspira la expectativa de movilidad social ascendente bonos a las personas de su entorno), proveedores de recursos (a través de los impuestos), y los demandantes que buscan prestaciones y servicios. Los factores procesos de movilidad social descendente que influyen deben ser examinados con el fin de diseñar políticas públicas que tengan en cuenta los problemas específicos que afectan a las clases medias.
La mejor contribución que podemos hacer a nuestro futuro es analizar con rigor los retos que enfrentamos. Una mayor cohesión social y un mayor nivel de bienestar sólo puede lograrse mediante el aumento de la participación, la evaluación de los resultados de nuestras políticas sociales más a fondo, y más democracia. Los distintos capítulos se analizan los problemas que afectan a las clases medias, y proponen alternativas para el futuro.
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