I. CARACTERIZACIÓN GENERAL DEL KRAUSISMO

1. Krausismo y liberalismo

La filosofía del Krausismo español expresa con bastante coherencia, pero también —como veremos— con caracteres un tanto particulares, las aspiraciones y la mentalidad liberal de algunos limitados sectores sociales de la burguesía ilustrada en la España del siglo XIX. La conexión Krausismo-liberalismo es, en verdad, incuestionable; representa en esa coyuntura la antítesis progresista del inmovilismo ultraconservador típico del integrismo tradicional o tradicionalista.
En esa línea liberal ha de situarse, en efecto, el pensamiento krausista y la actuación práctica concreta de sus hombres más representativos, comenzando por el maestro de todos ellos, Julián Sanz del Río, introductor de Krause en España y padre espiritual del grupo. La concepción liberal del mundo será el sistema ideológico general de los krausistas españoles en el siglo XIX y primeros decenios del XX, así como el de sus continuadores más directos en nuestro siglo.
Una simple enumeración de los principales nombres de las sucesivas promociones krausistas bastará para poner de manifiesto esa íntima conexión histórica existente en España entre krausismo y liberalismo. Una buena parte del pensamiento liberal español contemporáneo estará, en efecto, o directamente representado en ellos o inmediatamente influido por ellos.
Tomando como nombres centrales el de Julián Sanz del Río (1814-1869), en una primera etapa, y el de Francisco Giner de los Ríos (1839-1915), en una segunda, cabría articular un esquema de tres promociones de discípulos («hornadas» las denominaba su adversario Menéndez y Pelayo) en torno a cada uno de ellos:


A. Discípulos de Julián Sanz del Río 1

Primera promoción: Exceptuando a Fernando de Castro (coetáneo en realidad de Sanz del Río), todos los demás son hombres nacidos entre 1832 y 1835 y que en 1860 han terminado ya sus carreras; entre otros pueden citarse a Francisco de Paula Canalejas, Federico de Castro, Vicente Romero y Girón, Valeriano Fernández Ferraz, Miguel Carmona, Francisco Fernández y González, Eugenio Montero Ríos, etc.
Segunda promoción: Discípulos nacidos entre 1838 y 1842, han terminado sus estudios universitarios en 1864; constituyen el grupo que más va a sobresalir en la difusión y extensión de las doctrinas del maestro; figuran aquí Francisco Giner de los Ríos, Nicolás Salmerón, Gumersindo de Azcárate, Rafael María de Labra, Laureano Figuerola, Juan Uña, José M.ª Maranges, Segismundo Moret, etc. Ellos fundarán la Institución Libre de Enseñanza en 1876.
Tercera promoción: Última promoción de discípulos directos de Sanz del Río; nacidos por lo general, entre 1845 y 1850, fueron algunos de ellos profesores en el Colegio Internacional fundado por Salmerón en 1866, Colegio que subsistió hasta 1874 y que ha sido considerado como precedente directo de la Institución Libre de Enseñanza. Entre otros, pertenecen a este grupo Luis de Rute, Augusto González de Linares, José de Caso y Blanco, José Lledó, Manuel Sales y Ferré, Manuel de la Revilla, Hermenegildo Giner, Urbano González Serrano, etc.


B. Discípulos de Francisco Giner de los Ríos 2

Primera promoción: Son fundamentalmente los hombres congregados de un modo u otro, en torno a Giner después de su vuelta a la Universidad en 1881, tras la expulsión de 1875: entre ellos, Manuel Bartolomé Cossío, Joaquín Costa, Leopoldo Alas (Clarín), Alfredo Calderón, Eduardo Soler, Jacinto Messía, Adolfo Posada, Pedro Dorado Montero, Aniceto Sela, Rafael Altamira, etc.
Segunda promoción: Son ya los que Giner denominaba sus «hijos»: Julián Besteiro, Pedro Corominas, José Manuel Pedregal, Martín Navarro Flores, Bernaldo de Quirós, Manuel y Antonio Machado, Domingo Barnés, José Castillejo, Luis de Zulueta, Fernando de los Ríos, etc.
Tercera promoción: Los nacidos entre 1880 y 1890 que son reconocidos como los «nietos» de Giner; suelen mencionarse entre los más destacados a José Pijoán, Juan Ramón Jiménez, Francisco Ribera Pastor, José Ortega y Gasset, Américo Castro, Gregorio Marañón, Manuel García Morente, Lorenzo Luzuriaga, Alberto Jiménez Fraud, etc.
Está aquí presente sin duda, a pesar de diferencias de matiz a veces importante, la España liberal entendida como antítesis de la España integrista y tradicionalista. Puede decirse que, dentro de ese esquema general, hay durante el XIX en el Krausismo una mayor coherencia liberal, mientras que en el paso hacia el XX —quizá desde Costa 3— y, sobre todo en nuestro siglo, se producirá la fragmentación de esa uniformidad: continuará, es cierto, la tendencia del liberalismo anterior incorporándose incluso un mayor sentido progresivo que una minoría convertirá en paso decisivo hacia un socialismo de fondo humanista: Julián Besteiro o Fernando de los Ríos. Pero, junto a ello, la línea general de los discípulos krausistas o sucumbirá, sin encontrar salida, en las contradicciones del choque del liberalismo con la nueva compleja coyuntura socio-económica de la sociedad preindustrial —tal es el caso de la generación del 98, de la que Unamuno puede servir de ejemplo 4— o todavía más frecuentemente se constituirá en el siglo XX como liberalismo en constante proceso de conservadurización.