El ordenamiento internacional contemporáneo se caracteriza por su progresiva institucionalización que se deriva de la aparición y rápido desarrollo de la figura de la Organización Internacional, pero también, por su creciente grado de humanización como consecuencia del desarrollo normativo del DI de los derechos Humanos. Ambos fenómenos han supuesto una cierta erosión o relativización del Estado que, poco a poco, va encontrando su reflejo en el plano de la aplicación de las normas conforme al DI general. En efecto, más allá del ámbito puramente convencional, el análisis de la práctica internacional, tanto de la estructura relacional como de la institucional, permite apreciar una paulatina erosión de la condición del vínculo de la nacionalidad en la protección del individuo. Dicha erosión se manifiesta no sólo en el sector normativo de la responsabilidad internacional, sino también, en los mecanismos tradicionales de protección de nacionales propios del clásico DI de extranjería (la protección diplomática y la protección y asistencia consular).