Con la crisis del petróleo se desencadenaron todos los males de nuestra economía: déficit público, fuerte crecimiento de los precios, desequilibrio de la balanza de pagos, elevación de la tasa de paro. Todo ello complementado por una eclosión de demandas "sociales". Éstas fueron las referencias de los Pactos de la Moncloa, ejemplo de pragmatismo y sentido común y pieza maestra que permitió llevar a cabo, con éxito, la transición política. La solución de los problemas exigió la aplicación de un conjunto de medidas capaces de reconducir la situación: políticas fiscales y monetarias restrictivas, devaluación de la peseta, freno de la tasa de crecimiento de los salarios, reducción del gasto público, modificación de la estructura impositiva (IRPF, Impuesto sobre Sociedades y el "transitorio" Impuesto sobre el Patrimonio), por ejemplo.