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La idea del Estado en la Edad Moderna
La idea del Estado en la Edad Moderna
 
Autor: Werner Naef
Editorial: Comares
Soporte: Libro
Fecha publicación: 22/04/2005
Edición: 
ISBN: 9788484449560
176 páginas
Sin Stock. Envío en 7/10 días

Precio original:    20,00 €
Precio final por compra On-Line:     19,00 €   (I.V.A. incluido)

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Para el historiador, el Estado es una forma vital. Esta denominación, que Rudolf Kjellén ha utilizado como título para uno de sus libros, nos dice dos cosas: en primer término, que en el Estado late vida, y, en segundo lugar, que esta vida alcanza en él una forma determinada.
Ahora bien; decir que el Estado es soporte de la vida, un soporte entre otros muchos, nos plantea ya un problema: ¿Hasta qué punto abarca y penetra el Estado la vida? ¿En qué medida estataliza la existencia terrena? ¿Hasta dónde se fija el Estado deberes y derechos? Esta relación del radio de acción estatal con los sectores vitales humanos no ha sido igual, ni mucho menos, en todas las épocas, y su transformación constituye un problema histórico fundamental.
Al historiador, empero, le interesa además la forma bajo la cual se da la vida estatal, entendiendo aquí forma en un sentido lato que llega hasta la cuestión —tan próxima a la filosofía— del origen y fundamentación del poder del Estado. También aquí ha tenido lugar una evolución.
Dos series evolutivas hay que destacar, por tanto. La una consiste en las modificaciones experimentadas por la vigencia de los componentes estatales dentro del complejo total de la vida; la otra se deriva de la sucesión de formas estatales. Como es natural, los hechos de cada una de estas series influyen sobre los de la otra, e incluso sobre su curso general. No obstante, la separación teórica de ambas es necesaria para ganar una idea exacta de la estructura histórica del Estado moderno.
¿Cuál es el momento histórico del que arrancan estas dos líneas evolutivas? El punto de partida cronológico se encuentra en la baja Edad Media.
El Estado de la baja Edad Media se distingue por dos rasgos esenciales: contenido estatal limitado y poder estatal muy repartido.
El Estado medieval es por esencia organización coactiva y Estado de Derecho. Su fin primordial es el ejercicio de la fuerza hacia el exterior, y la protección de la paz y la administración del Derecho en el interior. En cambio, no se atribuye cometidos económicos más que con un propósito concreto y dentro de ciertos límites. El Estado medieval no se propone el bienestar de sus súbditos como objetivo general; la esfera de lo espiritual y religioso no deja de afectar al Estado, pero no es incorporada al ámbito estatal en sentido propio. De los intereses de los súbditos, por tanto, sólo una pequeña parte es objeto de la atención del Estado, de igual manera que también sólo una pequeña parte de las fuerzas de aquéllos es absorbida estatalmente. Grandes sectores quedan entregados al individuo y a sus asociaciones naturales extraestatales, en cuya vida y funcionamiento económico sólo interviene de ordinario el Estado, cuando llama a la guerra, cuando exige contribuciones o para el restablecimiento del orden jurídico perturbado. Grandes sectores, también, se centran en torno a instituciones —monasterios, municipios, gremios, señoríos— que poseen, a veces, facultades soberanas, pero sin alcanzar pleno carácter estatal. Otros, finalmente, como el sector espiritual y religioso, dependen de una esfera que no coincide con la estatal, sino que gira en torno a Roma, es decir, en torno a un punto extra y supraestatal.
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