En La filosofía contemporánea del Derecho y del Estado de Larenz hay una rúbrica que constituye una de las claves para entender el presente libro. Reza así: más allá del iusnaturalismo y del positivismo. Hay, en primer lugar, una repulsa del positivismo que prescinde de la idea del Derecho y de la idea de la justicia; también una repulsa del derecho natural. Al iusnaturalismo le era inmanente dotar de fuerza casi invencible y de validez universal a principios propios de una concepción temporalmente anclada. ¿Dónde ha de encontrar la ciencia jurídica el principio íntimo de la entidad del Derecho, si éste no puede ser hallado ni en lo fáctico ni en una Ley general ni en una norma o idea abstractas? La pregunta continúa abierta y en este libro se trata de darle una respuesta.

Desde esta óptica el sistema se desarrolla con un sentido personalista: el primero de los principios es el respeto de la persona, que es defensa de su dignidad. En la esfera individual son consecuencia de ese básico principio los de autodeterminación y autovinculación y el de respeto de la confianza que los propios actos pueden crear, y en el terreno de la comunidad son principios básicos el de participación y los de igualdad y proporcionalidad.

Se puede estar o no de acuerdo con la filosofía que implique la obra y con la construcción que en ella se lleva a cabo. Se debe, en todo caso, conocerla, estudiarla y hacerla objeto de reflexión.