La segunda edición del libro está ampliada, actualizada y corregida con especial preocupación por la unidad y coherencia de su doctrina y el destierro de la contradicción. La articulación de la legítima en nuestro Código Civil pretendo explicarla como una manifestación de la ciencia jurídica inspirada en la contemplación del desenvolvimiento de su vida en el Derecho romano y en el histórico de nuestro Derecho común para concluir con la codificación, defendiendo su sistema sucesorio legitimario como el más consecuente con la emancipación del hombre, con la dignificación humana, que concilia la libertad civil y los deberes post mortem del causante con sus más íntimos parientes, a diferencia de los otros sistemas mutilados, los de libertad de testar, porque no se sancionan estos deberes y los de Derecho germánico, porque hay una libertad de testar muy restringida y para cuestiones extrañas a la familia.
Estos deberes eran y son inseparables de la conservación y desarrollo de la vida del hijo que se había creado, que no se extinguían ni se extinguen con la muerte del padre, subsistiendo como deberes post mortem, que en un principio se cumplían como deberes morales, mas cuando las costumbres se relajaron, el Derecho sucesorio los impuso por una vía jurídica ajena a la preterición, pero cuando la desheredación dejó de ser una revocación libre del padre y exigió una justa causa, los asumió y protegió frente a la conducta de quien no había cumplido con su oficio, corrigiendo sus disposiciones inoficiosas. Por reciprocidad estos deberes se impusieron a los descendientes.