La soldadura constituye una de las actividades más habituales en los procesos industriales.
Desde el punto de vista de la seguridad merece una importancia relevante ya que en ella se da un conjunto importante de riesgos tanto de accidentes como para la salud de los trabajadores profesionalmente expuestos (soldadores, caldereros…) y para aquellos otros que realizan su labor en las proximidades o en ambientes en los que se están llevando a cabo operaciones de soldadura o calderería.
Las consecuencias, en caso de materializarse estos riesgos, pueden ser muy diversas: desde lesiones de menor importancia, hasta otras que suponen la puesta en crisis de la vida de quien las sufre y que no siempre afloran a corto plazo o con inmediatez, como una quemadura, por ejemplo, sino que pueden pasar varios años hasta que la manifestación del daño causado sea ostensible y ya de muy difícil, cuando no imposible tratamiento, como en el caso de la fibrosis pulmonar, por ejemplo.