El libro que el lector tiene en sus manos es fruto del trabajo de un grupo de investigadores e investigadoras que pretenden situar la Historia de la Enfermería en el lugar que le corresponde. Con una trayectoria de apenas varias décadas e invisible en una historia de la medicina, especialmente centrada en reconstruir la evolución de los procedimientos diagnósticos y terapéuticos a través de los siglos o en el papel y las prácticas de otros actores sanitarios, los esfuerzos realizados en España por estudiosos vinculados a la Asociación Nacional para la Investigación de la Historia de la Enfermería, la revista Híades y los diversos Seminarios de las universidades españolas, han hecho posible que esta historia empiece a brillar con luz propia dentro del ámbito de las Ciencias Sociales.

En esa tarea se ha situado el X Congreso Nacional y V Internacional de Historia de la Enfermería. Nuevos enfoques para repensar la Historia de la Enfermería, celebrado en Almería en noviembre de 2008 y organizado por la Asociación Nacional bajo la minuciosa coordinación de Carmen González Canalejo, profesora de la Universidad de Almería e integrante del grupo de Investigación Sur Clio que tengo el honor de dirigir.

La historia de esta pequeña-gran familia, planteada desde enfoques diferentes y amplitud de fuentes, está permitiendo alcanzar una visión cada vez más profunda de una profesión antigua y compleja, sometida a continua transformación a lo largo del tiempo, que no deja de hacerse preguntas sobre sí misma. La simple ojeada de este libro pone de relieve el marco de preocupaciones y la búsqueda de nuevas líneas de investigación que desbrocen desde la interdisciplinariedad el camino de esta joven historia. Basta leer la primera parte para encontrarnos un conjunto de trabajos que versan sobre la práctica cuidadora desde las sociedades ágrafas hasta la asistencia organizada en los ámbitos institucionales y domésticos. Trabajos cuya metodología está enriquecida con la introducción del análisis de género, explícito en el estudio de la práctica de la sanación por parte de las mujeres o su contribución más reciente a la gestión de una asistencia cuyo objetivo último pretende la defensa de la calidad de vida de nuestra ciudadanía.

Si bien es cierto que en todos los Congresos de la Asociación y en la historiografía especializada los trabajos suelen analizar la contribución de la enfermería a la mejora social y al funcionamiento de la asistencia en el marco doméstico o en el de los hospitales monacales, bajo medievales, modernos o en la Beneficencia, el interés por situarlos dentro de la historia social y cultural es patente en las aportaciones de la segunda parte de esta obra. Las líneas trazadas en anteriores Congresos empiezan a ser habituales en estos estudios y de ahí que nos encontremos a lo largo de las siguientes páginas referencias permanentes a los procesos de profesionalización de la enfermería, el estatus social y los salarios de sus componentes, el aprendizaje, la formación y el proceso de trabajo en los hospitales, las relaciones sociales y de clase, las reivindicaciones profesionales, la búsqueda de reconocimiento social, con otras que profundizan en la identificación histórica de la enfermedad con la pobreza, el tránsito de las acciones de caridad a la secularización del cuidado, el papel de las comunidades religiosas en la permanencia de la práctica sanitaria o las imágenes y la simbología de los cuidados recogida en las diversas expresiones mediáticas, artísticas y literarias. Y es que las formas de organizar los cuidados, el tránsito desde el plano doméstico-religioso al profesional y científico, el mantenimiento de las funciones socio-sanitarias en estructuras como la familia o las órdenes religiosas dedicadas al cuidado de enfermos o la interiorización de categorías como maternidad, feminidad, masculinidad, etc., están en estrecha relación con las culturas y los cambios sociales, políticos, económicos de cada época y la Historia de la Enfermería no sólo debe preguntarse sobre sus valores y símbolos sino que debe de integrarlos plenamente en su análisis y relato.

Las nuevas miradas de la Historia de la Enfermería exigen una búsqueda constante de fuentes que enriquezcan las diversas líneas de investigación y una permanente reflexión teórica que afiance los avances conseguidos, oriente nuevas preguntas y permita desentrañar las claves que obstaculizan aún el reconocimiento científico de la práctica enfermera y su restringida participación en la toma de decisiones de las políticas sanitarias de los distintos países. En esta obra se encontrará el lector con el interés de los investigadores por encajar sus estudios en fuentes especializadas y contar con otras como la iconografía, la prensa no especializada, filatelia, libros de Hacienda, fuentes literarias, expedientes de responsabilidades políticas, etc., que les permiten profundizar mejor en el conocimiento de la historia de los cuidados, el reconocimiento social de sus actores, las trayectorias humanas y la búsqueda de su identidad. Y asimismo, se avanzan reflexiones teóricas que consolidan la historia enfermera en la historia de las mujeres, la historia social y cultural, apuntan la contribución de la investigación sobre la enfermería a la historiografía española y, lo que es más importante, aportan nuevas líneas por donde se debe transitar en adelante.

Y en ese futuro no se puede olvidar la historia comparada con otros países de nuestro entorno europeo y americano. Ello permitirá comprobar cómo la historia de la enfermería de otros países pasó diacrónicamente o pasa en estos momentos por etapas o preocupaciones similares a la historia de la enfermería española y, por tanto, en esto tampoco somos diferentes. Pero a su vez dará herramientas multidisciplinares para el análisis y la interpretación. Es cierto que la historiografía enfermera de cada país tiene su propio enfoque y ha tomado direcciones a veces diferentes. Sin embargo, en muchos casos se podrá comprobar cómo el marco de preocupación de la investigación camina por la misma senda en procesos históricos y culturas similares y por tanto las líneas de interpretación comparativa han de mostrarse sumamente enriquecedoras.

Basta poner de relieve cómo la historiografía de países tradicionalmente católicos como Italia, España, e incluso Francia, pone el acento en la importante presencia de las ordenes religiosas en las tareas del cuidado, en los procesos de secularización o en la asistencia a los enfermos y el trabajo en los hospitales, mientras que en otros países como Inglaterra, donde el impacto de Florence Nightingale fue tan crucial que marcó una línea divisoria entre la vieja y nueva enfermería, se observa un mayor interés por el estudio de las biografías de las pioneras de la enfermería moderna o por la investigación sobre la formación y programas de las escuelas de enfermería que a partir de la Nightingale Training School for Nurses se impulsaron y extendieron por muy diversos países entre los que destacan Australia, Estados Unidos y Canadá. En cualquier caso, las herramientas de los enfoques sociológicos, antropológicos e incluso de la etnohistoria, impulsados desde la historiografía inglesa, francesa o canadiense, pueden resultar del máximo interés para el marco comparado de la Historia de la Enfermería y un buen camino a recorrer en el futuro.

Rescatar el cuidado de los enfermos de manos inescrupulosas como las descritas por Carlos Dickens en su Martin Chuzzlewit al inmortalizar a las dos viejas sucias, descuidadas y perezosas, Sairey Gamp y Betsy Prig, contratadas para atender a los enfermos pobres, o de manos inexpertas ocupadas más en las necesidades del alma que las del cuerpo de sus pacientes, y avanzar en la dignificación y reconocimiento profesional de la enfermería ha sido un camino largo y no exento de dificultades. En él se ha modelado una profesión extraída de siglos de ignorancia y de superstición, se ha elevado la enfermería de la degradación y la deshonra al rango de profesión respetable para enfermeros y enfermeras y ha supuesto un nuevo estilo de vida especialmente para las mujeres cuidadoras. Una larga historia de transformación que ha contribuido de una manera significativa a la pretensión reformista del siglo XIX de dar la vuelta a las altas cifras de mortalidad y baja esperanza de vida que caracterizó a la Europa de aquella época y a dar respuesta a las necesidades de salud que planteaba la llamada «cuestión social» entre los sectores reformistas e higienistas de fines del siglo XIX y principios del siglo XX.

Estamos ante una historia en la que las mujeres han tenido que echar mucha paciencia en la realización de los trabajos, en el establecimiento de las relaciones de igualdad con los hombres y en hacerse un hueco en la sanidad pública. Un amplio recorrido en el que la resistencia de las cuidadoras a lo establecido se ha modulado históricamente de forma desigual e incluso contradictoria a la hora de incorporarse a los espacios formalmente restringidos o poco asequibles para ellas, y donde el desdibujo de la fronteras de lo público y lo privado descubre la vida y la obra de mujeres que llegaron a alcanzar reconocimiento y notoriedad contribuyendo a permeabilizar dichas fronteras y acercándonos a una rica y compleja experiencia histórica.

El empeño por una asistencia digna, el cuidado materno-infantil, la preservación de la vida, la ayuda y comunicación con los enfermos, la educación sanitaria popular formaron parte de los cuidados practicados a lo largo del tiempo por enfermeras, practicantes y matronas, quienes de una manera invisible y casi sin darse cuenta pusieron los cimientos del bienestar social. En suma, el lector podrá encontrar en estas páginas un intento por repensar la Historia de la Enfermería aproximándose a la definición que con acierto daba Yolande Cohen en su Profession infirmière: une histoire des soins dans les hôpitaux du Québec (Montréal, 2000): «la historia de la enfermería es a la vez la historia del conocimiento de la mujer y su transmisión, historia de la salud pública, historia del trabajo y la historia de las prácticas sociales».