Para explicar la obra en su integridad, es necesario hacer una breve consideración histórica que sirva para situar debidamente el punto del debate o de la reflexión. Hoy en día hablar de los derechos humanos en Europa parece un tópico por diversas razones. La primera, porque para algunas mentalidades puede parecer innecesario. En Europa, a pesar de las grandes guerras tan próximas en el tiempo, y más próximas otras no tan grandes pero también producidas en este territorio, puede sentirse una cierta sensación de suficiencia democrática, donde los derechos de las personas ya están conquistados, no habiendo prácticamente más avances, salvo algunos
pequeños motivados por excesos de la técnica jurídica o por la evolución de las tecnologías y la necesidad de adecuación de las regulaciones jurídicas a los avances tecnológicos.

Esa suficiencia europea, de la Europa del oeste mejor dicho, encuentra plena satisfacción con la caída del muro Berlín y la democratización de los llamados Países del Este. La primacía del modelo europeo occidental es cierta, sus bondades comparativamente hablando también, aunque no hay que olvidar que ni la democracia ni los derechos humanos se conquistan de forma definitiva. La segunda observación sería jurídica, deudora de la existencia de la CEDH y de la Unión Europea, ambas organizaciones con un origen común, que surgieron después de la segunda guerra mundial, aunque algunos espíritus genetistas buscan su raíz en filosofías ancladas en la historia europea.