El fenómeno migratorio, extraordinariamente complejo y cambiante por naturaleza, está viviendo una nueva época expansiva, de la que España no es en absoluto ajena, como sabemos. De hecho, históricamente, no lo ha sido nunca, si bien su posición global en relación con los flujos migratorios sí ha ido evolucionando de origen a destino, y en buena medida también tránsito, de los mismos. Debido a esta nueva realidad migratoria, España ha establecido un nuevo modelo de regulación y ordenación de los flujos migratorios, con espíritu de globalidad, tanto interna como internacionalmente.
En este contexto y dentro del amplio conjunto de instrumentos que tiene a su disposición el Estado para llevar a cabo su política migratoria, tanto a nivel interno como internacional, en este último plano ocupan un lugar cada vez más prominente los acuerdos internacionales de carácter bilateral. De ahí la importancia de analizar los tratados bilaterales adoptados por España para la regulación y ordenación de los flujos migratorios, desde una triple perspectiva: el contexto real del fenómeno migratorio al que se dirigen, el marco jurídico internacional que limita la discrecionalidad del Estado en este ámbito y el contenido de los tratados bilaterales adoptados por España en la materia.